17/9/12

Músico de Septiembre: David Lebon - Seminare

"La primavera" de Sandro Boticelli



Temple sobre tabla • Renacimiento
203 cm × 314 cm
Galería Uffizi, Florencia, Italia

Existe una interpretación clásica en la que se intenta explicar a cada personaje de la obra:
Mercurio: Este dios se identifica por su calzado con alas. Tiene una actitud de mirar hacía el cielo, que se interpreta como una unión con el más allá. Esta vestido con un manto rojo que cae de forma asimétrica, señal de que se estaba representando una escena mítica. 
Las tres Gracias: Están representadas como tres jóvenes casi desnudas y luciendo elaborados peinados. Son las servidoras de Venus y reciben el nombre de Gracias. Puede representar a la danza de la vida.
Venus: Es eje a la composición. Está representada como una Madonna. Aparece enfundada en un vestido y un manto, que caen de forma asimétrica, como en el caso de Mercurio. Es el centro físico del cuadro y también el centro moral, al simbolizar y ser representada como la creadora de la Naturaleza, que hace nacer y crecer a los seres vivos. En definitiva, sería la Humanitas, es decir, unidad, armonía, entre naturaleza y civilización.
Flora: Es la única figura del grupo que mira al observador y que tiene la intención de esparcir sus flores más allá de la escena meramente representada. 
Ninfa Cloris y el Viento Céfiro: representan el amor pasional, pues el viento trata de tomar y poseer a la ninfa.
También se podría citar las fuentes literarias en las que se inspiró Botticelli para realizar el cuadro: principalmente Ovidio. Tanto en los "Fastos" (un calendario poético que describía las festividades romanas; Botticelli representaría dos escenas de la narrativa de Ovidio: la persecución erótica de Cloris por parte de Céfiro y su posterior transformación en Flora), como  las "Metamorfosis". Otras posibles fuentes pueden ser el poema didáctico-filosófico  "De Rerun Natura" de Lucrecio o, incluso, las "Odas" de Horacio.

"Últimas palabras" de Patricio Nomdedeu

12/9/12

Spinetta tendrá una muestra en la Biblioteca Nacional


El evento se llama "Spinetta. Los libros de la buena memoria" y se extenderá del 10 de octubre hasta el 12 de diciembre. Además, habrá conciertos, charlas y proyecciones...

La dirección de la Biblioteca Nacional presentará de octubre a diciembre una exhibición de manuscritos de poesías, anotaciones, dibujos, libros y discos del músico y poeta Luis Alberto Spinetta, fallecido el 8 de febrero. 

La Biblioteca consideró al músico, al anunciar la muestra “Spinetta. Los libros de la buena memoria”, por el tema compuesto por el Flaco en tiempos de Invisible, un “artista genial, poeta de una lengua recreada y músico de armonías sutiles”.

La presentación se extenderá desde el 10 de octubre hasta el 12 de diciembre en la sala Leopoldo Marechal de la institución ubicada en Agüero 2502.
La intención de la muestra, curada por Eduardo Martí, es rescatar el universo de este artista exhibiendo sus producciones y también las lecturas y músicas que nutrieron su obra, honrando así su memoria, señalaron desde la Biblioteca que dirige Horacio González. 
El "Turco" Martí, el padre de Lucas Martí y Emmanuel Horvilleur, es un destacado fotógrafo de la historia del rock argentino y fue un entrañable amigo de Spinetta. 
Como parte de la exhibición se realizarán tres conciertos a cargo de los ex tecladistas de Spinetta Juan Carlos “Mono” Fontana y Claudio Cardone, quienes interpretarán piezas de las distintas etapas artísticas de Spinetta, y también habrá charlas y proyecciones audiovisuales.  
Además de su talento en la música, el Flaco realizó numerosos dibujos y pinturas, y muchos de ellos fueron portadas de los discos, como el payaso en el primer álbum de Almendra. También brilló en su rol de poeta, aunque sólo edito un libro compilando sus glosas, "Guitarra negra", publicado en '77 y reeditado en numerosas ocasiones. 

fuente: http://www.diariopopular.com.ar/notas/129754-spinetta-tendra-una-muestra-la-biblioteca-nacional-

11/9/12

LA CIGARRA - Enrique Banchs


Cuando hace sol y silencio y en la sombra de los emparrados, tiemblan manchas claras canta un largo rato la cigarra. Con su ruido de leño en el fuego, de alero viejo, de eje de carreta, la cigarra sobresalta la paz del mediodía. Y la gente, que reposa, levanta la cabeza como si oyese hablar a los árboles.
Nunca se la ve. Es la música escondida de las leyendas, la música del gnomo. Uno se acerca al álamo, donde cree que suenan manojos de espigas agitadas y no ve más que retoños, ramas nuevas, dos o tres hormigas y en lo alto, muy alto, los puñados de nidos. 
Porque el canto de la cigarra siempre está lejos. Delante o detrás, el canto de la cigarra siempre está lejos. ¡Ay!, quien la quiera hallar siguiendo su canto, tiene que caminar, caminar, como si fuera tras de la felicidad. Y quién sabe si antes no encuentra a la felicidad, sentada en un mármol, con los dedos entrelazados sobre la rodilla y tres o cuatro rosas cerca de sus plantas. Entretanto la cigarra, al oriente o al poniente ¿quién lo sabría?, abre y cierra, poseída de un delirio, las alas suaves y fuertes, como de seda y de oro.
Pero a veces, cuando ha hecho frío y uno espera ver un poco de escarcha brillando sobre el césped al abrir la puerta en el desperezamiento de la mañana, se suele encontrar alguna cigarra aterida, en el camino, debajo de algunas hojas secas que la brisa ha juntado sobre su frágil cuerpecillo musical.
Quien la quiera vaya pronto por ella, pues ya se sabe que las últimas golondrinas se llevan en el pico las cigarras que encuentran dormidas en el camino, para que anuncien las vendimias en tierras de estío.
Pero si alguien las halla, las envuelve en un vellón y las lleva al amparo de un calor, al rato despiertan y renuevan la canción que ha sosegado el frío, lo mismo que se estuviesen en el árbol, desde el cual ven pasar los rebaños y los pastores que golpean los cercos con sus bastones herrados.
Entonces, a la hora en que se pone el mantel y se parte sobre la mesa el pan familiar, se oye de pronto que la casa se hace sonora y también los corazones.
Un atardecer de verano se durmió un mendigo al pie de un árbol. Las ramas más bajas subían y bajaban acariciándole la frente, como manos maternales sobre una cuna. Éste era un viejo mendigo sin casa, pero en las noches de verano es el cielo apacible y suave como un hogar de ancianos y mórbida la hierba susurrante. Éste era un viejo mendigo solitario.
Unos sueños vagabundos le encontraron dormido y burláronse de él, dándole a creer que estaba todavía, como en una lejana juventud, junto a su hermana que lánguidamente hacía sollozar un piano. Y por la ventana se veían surtidores en la sombra, magnolias a la luna. De lejana juventud lo ilusionaron...
En eso la noche sacudió tres o cuatro pétalos de nieve, de una menuda nieve de fín de estío, y cayó una cigarra.
Al despertar el hombre pobre se alzó y caminó. La cigarra había caído sobre su pecho, se metió entre sus ropas y la llevaba consigo. También se metió entre sus ropas el árido olor cereal al cruzar un trigal. La cigarra sintió latir el corazón del hombre pobre, con el ruido igual al de las ramas que se mueven.Y cantó al calor de su corazón.
El mendigo la oyó pero no supo que la llevaba consigo. 
Ya se sabe: el canto de la cigarra siempre está lejos...

VEDIA, LEONIDAS DE, Enrique Banchs, con Antología y apéndice de OSVALDO HORACIO DONDO, Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas,1964 


3/9/12

"Inteligencia" - Por Ernesto Sábato

Entender es relacionar, encontrar la unidad bajo la diversidad. Un acto de inteligencia es darse cuenta de que la caída de una manzana y el movimiento de la Luna, que no cae, están regidos por la misma ley. 
Como una especie de detective secular en una gran novela policial, la inteligencia persigue interminablemente a la verdad, buscándola hasta en los lugares menos sospechosos; está abierta a todas las posibilidades y por eso debe combatir a cada instante contra la rutina, el lugar común, el dogma y la superstición, que pretenden en cada caso saber aclarado el enigma, ignorado o queriendo ignorar que la verdad tiene infinitos cómplices e infinitos lugares diferentes. Porque combate contra todos los dogmas y supersticiones, la inteligencia es capaz de comprender lo que hay de verdad en cada uno de ellos; un hombre inteligente no se caracteriza porque no comete errores sino que está dispuesto a rectificar los cometidos; los hombres que no cometen errores y tienen todo definitivamente resuelto son los dogmáticos: se caracterizan por tener una iglesia, una ortodoxia, un Papa infalible, una Inquisición; no hay que creer que estas organizaciones solo aparecen para defender a Dios: algunas aparecen para demostrar su inexistencia. (...) la inteligencia debe proceder en forma helada e imparcial en este interminable pleito siendo que a la vez aparece encarnada en forma humana y por lo tanto mezclada con la debilidad, la simpatía, la violencia, el fanatismo y la furia, que son nuestros atributos más frecuentes

Ernesto Sábato - fragmentos de  "Uno y el Universo"