30/11/12

Hermann Hesse - Fragmento genial de su obra "El lobo Estepario"

Al verlo ya por primera vez, cuando entró por la puerta vidriera de la casa de mi tía con la cabeza levantada como los pájaros y alabando el buen olor de la casa, me llamó en cierto modo la atención lo típico de este hombre, y mi primera e ingenua reacción contra ello fue la aversión. Me daba cuenta y mi tía. que, en contraposición a mí, no es en absoluto una intelectual, notaba exactamente lo mismo, me daba cuenta de que aquel hombre estaba enfermo, de algún modo enfermo del espíritu, del ánimo o del carácter, y me defendía contra él con el instinto del hombre sano. Esta repulsa fue sustituida en el transcurso del tiempo por simpatía, que tenía por base una gran compasión hacia este grave y perpetuo paciente, de cuyo aislamiento y de cuya muerte interna era yo testigo presencial. En este periodo fui teniendo conciencia cada vez más clara de que la enfermedad de este hombre no dependía de defectos de su naturaleza, sino, por el contrario, únicamente de la gran abundancia de sus dotes y facultades disarmónicas. Pude comprobar que Haller era un genio del sufrimiento, que él, en el sentido de muchos aforismos de Nietzsche, se había forjado dentro de sí una capacidad de sufrimiento ilimitada, genial, terrible. Al mismo tiempo comprendí que la base de su pesimismo no era desprecio del mundo, sino desprecio de si mismo, pues sí bien hablaba de instituciones y personas sin miramientos y con un sentido demoledor, nunca se excluía a sí, siempre era el primero en contra quien dirigía sus flechas, él mismo a quien odiaba y negaba.
Debo intercalar aquí una observación psicológica. A pesar de que sé muy poco acerca de la vida del lobo estepario (Haller), tengo, sin embargo, gran fundamento para creer que fue educado por padres y maestros amantes, pero severos y muy religiosos, en aquel sentido que hace del "quebranto de la voluntad" la base de la educación. Ahora bien, esta destrucción de la personalidad y quebranto de la voluntad no dieron resultado en éste discípulo; para ello era él demasiado fuerte y duro, demasiado altivo y espiritual. En lugar de destruir su personalidad, sólo consiguieron enseñarle a odiarse a sí mismo.(...)
Por lo que se refería a los demás, a cuántos le rodeaban, no dejaba de hacer constantemente los intentos más heroicos y serios para quererlos, para hacer justicia, para no causarles daño, pues el "ama a tu prójimo" lo tenía tan hondamente inculcado como el "odio a si mismo". Y de este modo, fue toda su vida una prueba de que sin amolde a la propia persona es también imposible el amor al prójimo, de que el odio de uno mismo es exactamente igual y, a fin de cuentas, produce el mismo horrible aislamiento y la misma desesperación, que el egoísmo más rabioso.  
Hermann Hesse - Premio Nobel de Literatura, 1946

14/11/12

"El pez más viejo del río" - de Miguel Hernández

El pez más viejo del río
de tanta sabiduría
como amontonó, vivía
brillantemente sombrío
Y el agua le sonreía.

Tan sombrío llegó a estar
(nada el agua le divierte)
que después de meditar,
tomó el camino del mar,
es decir, el de la muerte.

Reíste tú junto al río,
niño solar. Y ese día,
el pez más viejo del río
se quitó el aire sombrío.
Y el agua te sonreía.

"Dolores Zeugmáticos" por Guillermo Cabrera Infante

Salió por la puerta y de mi vida, 
llevándose con ella mi amor 
y su larga cabellera negra.


Guillermo Cabrera Infante (1929 - 2005) Escritor y guionista cubano. obtuvo el premio Cervantes en 1997...Tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959, Cabrera Infante, que había apoyado la Revolución cubana, fue nombrado director del Consejo Nacional de Cultura, ejecutivo del Instituto del Cine y subdirector del diario Revolución (actual Granma), encargándose de su suplemento literario, Lunes de Revolución, en el que pretendía llevar a cabo los sueños de libertad y desarrollo cultural de la revolución. Sin embargo, sus relaciones con el régimen pronto se deterioraron, debido al corto que Orlando Jiménez Leal y su hermano, Sabá Cabrera, rodaron a finales de 1960. El corto P.M., el cual, sin una estructura definida, describía las maneras de divertirse de un grupo de habaneros durante un día de finales de 1960, fue prohibido en 1961 por Castro. Estalló la polémica en las páginas de Lunes de Revolución, hasta que el suplemento fue suprimido ese mismo año. La luna de miel de la revolución cubana con los intelectuales tocaba a su fin...

"El uso de la lámpara" de Idries Shah

¡Yo puedo ver en la oscuridad! - se jactaba cierta vez Nasrudín en la casa de té.
- Si es así, ¿por qué algunas noches lo hemos visto llevando una lámpara por las calles?
- Es sólo para que los otros no tropiecen conmigo...


Idries Shah (1924-1996) fue un autor y maestro de la tradición sufí de la Tariqah Naqshbandi que escribió más de tres docenas de libros aclamados por la crítica que versan sobre temas que van desde la psicología y espiritualidad hasta diarios de viajes y estudios culturales. Nacido en la India, descendiente de una familia noble de Afganistán, Shah creció principalmente en Inglaterra. Sus escritos tempranos se centraron en temas como la magia y la brujería.

10/11/12

"La verdad" por Gabriel Rolón (fragmento de "Los padecientes")

La verdad late sojuzgada y silenciosa. Oculta en los rincones más oscuros de la mente, olvidada en antiguos archivos judiciales, encubierta en los confusos dictámenes oraculares o simplemente presa de la represión o el desconocimiento, como si se tratara de uno de esos animales que invernan largo tiempo sin manifestarse, pero que aún en ese estado siguen vivos.
La verdad. Eso tan deseado y tan temido al mismo tiempo. A veces por maldad, otras por dolor o simplemente porque el tiempo extendió un velo de fatal encubrimiento, yace oprimida y, cuanto más oculta, más fuerte. Porque no sabe morir. Porque puede ser silenciada, ocultada u olvidada, pero aún así clama a su manera por hacerse notar, por gritar su presencia. Omnipresente en su aparente ausencia. Marcando y condicionando el modo de gozar y padecer, de relacionarnos con los otros y con nosotros mismos.
Nadie puede ser completamente feliz sino al costo de una cierta ignorancia, pero esta ignorancia no está al alcance de cualquiera. Por el contrario, hay personas a las que la verdad les reclama desde su propia sangre el derecho a salir de las sombras, y no pueden desoírla aunque quieran, aunque duela... 

Gabriel Rolón - novela "Los padecientes" p.227 - Ed emecé - Bs.As. 2010

"El poder del abrazo"