8/8/14

Músico del mes de Agosto: "Abracadabra" - Silvio Rodríguez

 

Una mujer por despecho (o por placer)
enterró en un jardín un coco seco mojado en carmín.
Luego un rival, narcotraficando el mal,
escupía con ron y alfilereaba un feliz corazón.
yo no sé
cómo hay quien malversa la vida
cómo hay quien invoca una herida
como pueden gastar el amor.
yo no sé
como si no faltaran cadenas;
como si nos sobraran las cenas
como si diera dicha el dolor.
yo no sé
si el mal tiempo trae mala fe;
si la desesperación hace blanco
y se cierran los laicos colegios;
si se vuelve al sortilegio
y aprendices de delfín, creen llegar a merlín.
yo no sé
si el mal tiempo trae mala fe,
pero a mí lo que me embruja es volar
y hechizarme con tus sortilegios,
soy brillante en tu colegio; subo nota en el amor,
vuelo allí
como al sol
un colibrí.
Abracadabra,
curandera mi palabra,
todo mal pone bien,
sana del odio y vacuna también.
abracadabra,
siga la pata en su cabra,
girasol, alhelí,
la mariposa besó al colibrí.

"Los muros absurdos" de Albert Camus

Como las grandes obras, los sentimientos profundos declaran siempre más de lo que dicen conscientemente. La constancia de un movimiento o de una repulsión en un alma se vuelve a encontrar en los hábitos de hacer o de pensar y tiene consecuencias que el alma misma ignora. Los grandes sentimientos pasean consigo su universo, espléndido o miserable. Iluminan con su pasión un mundo exclusivo en el que vuelven a encontrar su clima. Hay un universo de la envidia, de la ambición, del egoísmo o de la generosidad. Un universo, es decir, una metafísica y una actitud espiritual. Lo que es cierto de los sentimientos ya especializados lo será todavía más de las emociones tan indeterminadas en su base, a la vez tan confusas y tan "ciertas", tan lejanas y tan "presentes" como pueden ser las que nos produce lo bello o suscita lo absurdo.
La sensación de absurdo a la vuelta de cualquier esquina puede sentirla cualquier hombre. Como tal, en su desnudez desoladora, en su luz sin brillo, es inasible. Pero esta dificultad merece una reflexión. Es probablemente cierto que un hombre nos sea desconocido para siempre y que haya siempre en él algo irreductible que nos escape. Pero prácticamente, conozco a los hombres y los reconozco por su conducta, por el conjunto de sus actos, por las consecuencias que su paso suscita en la vida. Del mismo modo, puedo definir prácticamente, apreciar prácticamente todos esos sentimientos irracionales que no podría captar el análisis; puedo reunir la suma de sus consecuencias en el orden de la inteligencia, aprehender y anotar todos sus aspectos, recordar su universo. Es cierto que en apariencia no conoceré mejor a un actor personalmente por haberlo visto cien veces. Sin embargo, si sumo los héroes que ha encarnado y si digo que le conozco un poco más al tener en cuenta el centesimo personaje, se tendrá la sensación de que hay en ello una parte de verdad. Pues esta paradoja aparente es también un apólogo. Tiene una moraleja. Enseña que un hombre se define tanto por sus comedias como por sus impulsos sinceros. Existe en ello un tono más bajo de los sentimientos, inaccesibles en el corazón, pero que revelan parcialmente los actos que animan y las actitudes espirituales que suponen. Puede advertirse que así defino un método. Pero se advierte también que este método es de análisis y no de conocimiento. Pues los métodos implican metafísicas, revelan sin saberlo conclusiones que a veces pretenden no conocer todavía. Así, las ultimas páginas de un libro están ya en las primeras. Este nudo es inevitable. El método aquí definido confiesa la sensación de que todo verdadero conocimiento es imposible. Sólo pueden enumerarse las consecuencias y sólo el clima puede hacerse sentir.
Albert Camus  (Fragmento de "El mito de Sísifo")

5/8/14

"De las Figuras" de Franz Kafka (Relatos)

Muchos se quejan de que las palabras de los sabios son siempre dichas en sentido figurado, pero es que en la vida diaria no se las puede utilizar, y es esa vida lo único que tenemos. Cuando el sabio dice: "Ve hacia allá", no quiere con eso decir que debemos pasar al otro lado, cosa que ciertamente podriamos hacer, siempre y cuando el resultado de este trasladarse valiera la pena; pero no es a eso a lo que l sabio se refiere, sino a un allá legendario que no conocemos y que tampoco él puede designar con mayor exactitud, y que, por lo tanto, de nada nos puede servir.
Todas esas figuras lo único que en realidad quieren decir es que lo incomprensible es incomprensible, y eso ya lo sabemos todos; pero lo que diariamente nos ocupa es otra cosa.
A esto dijo uno:
- ¿A qué vienen tales precauciones? Si ustedes siguieran las figuras, ustedes mismos se volverián figuras. Y con eso se librarían de las diarias preocupaciones.  
Otro dijo:
- Apuesto a que esto también es una figura.
El primero dijo:
- Has ganado.
El segundo contestó:
- Pero lamentablente sólo en figura.
El primero repuso:
- No.En realidad. Figuradamente has perdido.

"Epicuro" por Eduardo Galeano

En su jardín de Atenas, Epicuro hablaba contra los miedos. Contra el miedo a los dioses, a la muerte, al dolor y al fracaso.
Es pura vanidad, decía, creer que los dioses se ocupan de nosotros. Desde su inmortalidad, desde su perfección, ellos no nos otorgan premios ni castigos. Los dioses no son temibles porque nosotros, efímeros, mal hechos, no merecemos nada más que su indiferencia.
Tampoco la muerte es temible, decía. Mientras nosotros somos, ella no es; y cuando ella es, nosotros dejamos de ser.
¿Miedo al dolor? Es el miedo al dolor el que más duele, pero nada hay más placentero que el placer cuando el dolor se va.
¿Y el miedo al fracaso? Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco. ¿Pero que gloria podría compararse al goce de charlar con los amigos en una tarde de sol? ¿Qué poder puede tanto como la necesidad que nos empuja a amar, a comer, a beber?
Hagamos dichosa, proponía Epicuro, la inevitable mortalidad de la vida.

Eduardo Galeano. "Espejos, Una historia casi universal". Ed. siglo XXI