30/12/15

Josep Bofill - Freedom


"Redondito Ubú". Cuento breve de Miguel Navarro Blasco


Erase una vez un sueño bajito, patizambo, más ovalado que redondo, todo Ubú. Sus ojos eran amorfos, con el derecho miraba contra el gobierno, con el izquierdo contra la oposición. Cuando se dirigía hacia ti no sabías si miraba de frente o de espaldas. Viajaba en el tren de la mediocridad rumbo a ciudad Feliz, próxima a la saturada ciudad Desilusión. 

El mercancías estaba repleto de pelotazos, erotitonos y aspirantes a electricistas, cuando se detuvo porque el puente Esperanza había sido destrozado por el huracán Crisistísica.

Los viajeros descendieron y deliberaron cuál sería la solución para llegar a su destino. El maquinista aconsejaba esperar que llegase la brigada reparadora, no tardaría mucho y saldrían de allí como si no hubiese sucedido nada. Nuestro amigo, desconociendo el motivo que le empujaba hacerlo, marchó con los que preferían cruzar el precipicio continuando a píe el trayecto. 
Cuentan las Crónicas que los huesos de los que permanecieron fueron devorados por lobos y buitres.

Redondito siguió a los que aparentaban ser más avispados que optaron por atajar a través de una senda que descendía hacia las profundidades rocosas.  Tan mala fortuna tuvo que su  peculiaridad física le hizo tropezar rodando hasta quedar colgado boca abajo en un matorral del acantilado. Desde allí contempló cómo se despeñaron los que quisieron avanzar por atajos intransitables. Nadie acudió en su rescate por lo que al cabo de unas horas, muchos esfuerzos y magulladuras, consiguió salir reptando. Sus piernas, que antes parecían hermosas, se habían deformado por el trauma.

Desconcertado, cegado por el sol, medio cojo, buscó en su interior algún manual de supervivencia. Al no encontrarlo rastreó los pasos de quienes le precedieron. No quedaba mucho de ellos, pues el tiempo, el olvido y las alimañas se encargaron de borrar cualquier camino que le permitiese traspasar el abismo.

Armado de paciencia y contemplando a unos pocos que transitaban por un camino, también pedregoso, pero al menos amplio para todos, siguió para seguirlo hasta llegar al cruce del río. Allí, unos recortadores de maderas, flores y cuanto guiase a la salida, intentaron impedirles el paso. Exigían cuotas duras a quienes intentaban salir del atolladero, pedían lo que llevaban encima y no satisfechos quisieron exigir más. Hay quienes optaron por pagar el peaje pero jamás lograron subir pues tanto habían cedido que les fallaron las fuerzas, la dignidad y la resolución. Se dice que regresaron para convertirse en los siervos del peaje.

Como nuestro pequeño sueño había perdido en su caída cuanto llevaba encima, eligió irse con otro grupo que afirmaba ser posible salir de allí por la vereda de las Recuperaciones. Era difícil pues los Recortadores habían intentado borrarla del mapa, pero algunos recordaron lo que una vez fue un camino ahora abandonado y mustio.

El terreno era escabroso y en su ascensión muchos cantos de sirenas les atraían de nuevo al precipicio. Sus hermosos sones hablaban de lo bueno que había sido todo, de que las cosas seguían igual, que en la cumbre debían esperar que se reparara la única vía posible. Poco a poco fueron quedando menos e incluso una mala hierba atrapó los pies de Redondito que cayó de bruces dándose un sonoro golpe en la frente. Las malas hierbas siempre evitan que avances.

En la cumbre surgió de nuevo la discusión: esperar a los reparadores o continuar caminando por otra vía. El grupo se dividió, unos permanecieron en el lugar del corte, otros siguieron por el trazado alternativo. Fue larga la caminata, muchos días transcurrieron bajo el sol y Redondito sudó la gota gorda, tanto que había quedado casi en los huesos. Hay quienes no pudieron continuar pero nuestro amigo estaba hasta las narices de aquel calor agobiante, de tantos cambios sin solución, y recordó que alguna vez fue feliz por lo que siguió a los que iban delante de él.

No recuerda con exactitud cuántos días tardaron en llegar, pero un amanecer, con el sol de cara, los agotados peregrinos vislumbraron los altos torreones de ciudad Feliz. Sus habitantes, conocedores de las penalidades acaecidas, salieron en tropel a recibirles. Palmas, ramos de olivos, serpentinas de colores, invitaban a la celebración. Estaban sorprendidos de semejantes festejos pero el mayor sorprendido fue Redondito pues las mujeres susurraban algo parecido a lo hermoso que era y, los niños, admirados querían imitarle. Se detuvo ante un escaparate que devolvía la imagen de un sueño elevado, de un hombre respetado, no por sus ropajes sino por su porte gallardo. Entonces comprendió que los matorrales donde permaneció colgado habían rectificado sus piernas, que había adelgazado caminando bajo el sol, que su mirada taciturna se había enderezado por el golpe del camino.

Ya no era el mismo sueño que una vez partió de ciudad Decadentia, sus aspiraciones habían cambiado y sus deseos se habían elevado. Por una vez en la vida estuvo orgulloso de sí mismo y de los nuevos amigos que había conseguido en su aventura.

fuente: http://www.levante-emv.com/blogs/el-hidalgo-de-las-palabras/redondito-ubu-cuento-breve.html

21/12/15

Brian Eno - Always returning


Harté


Ya me harté de esas rubias
que te taconean el alma.
De la insensatez de éstos tiempos,
De la incoherencia ajena.

De que te arrojen al olvido,
De que ceguen la conciencia
De que encima te mientan...
Ya me harté de tus divinos cielos.

De que se escapen por tirantes,
De que te consuman la alegría
y de que encima te expriman,
lo único que llevamos de bueno.

De que cansen voluntades,
de que escupan tus proyectos,
y de que enciman te roben...
lo poco que pudistes robarles.

De que nos asfixien el aire,
de que nos muelan a palos,
de que además te juzguen
si sos bueno..., si sos malo.

De que pidan tu castigo,
que no les importe matarte.
De que encima te persigan...
Ya me harté de tanto hartarme.
Pablo Ismael Atadía. (1999)


28/8/15

Poema: "Sin embargo me muevo" de Pablo Neruda


De cuando en cuando soy feliz!,
opiné delante de un sabio
que me examinó sin pasión
y me demostró mis errores.

Tal vez no había salvación
para mis dientes averiados,
uno por uno se extraviaron
los pelos de mi cabellera:
mejor era no discutir
sobre mi tráquea cavernosa:
en cuanto al cauce coronario
estaba lleno de advertencias
como el hígado tenebroso
que no me servia de escudo
o este riñón conspirativo.
Y con mi próstata melancólica
y los caprichos de mi uretra
me conducían sin apuro
a un analítico final.

Mirando frente a frente al sabio
sin decidirme a sucumbir
le mostré que podía ver,
palpar, oír y padecer
en otra ocasión favorable.
Y que me dejara el placer
de ser amado y de querer:
me buscaría algún amor
por un mes o por una semana
o por un penúltimo día.

El hombre sabio y desdeñoso
me miró con la indiferencia
de los camellos por la luna
y decidió orgullosamente
olvidarse de mi organismo.

Desde entonces no estoy seguro
de si yo debo obedecer
a su decreto de morirme
o si debo sentirme bien
como mi cuerpo me aconseja.

Y en esta duda yo no sé
si dedicarme a meditar
o alimentarme de claveles.

31/7/15

"A la puta que se llevó mis poemas" - por Charles Bukowski


Algunos dicen que debemos eliminar del poema los remordimientos personales, permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡Por Dios!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!

¿Tratas de joderme como a los demás?
¿Por qué no te llevaste mejor mi dinero?
Usualmente lo sacan de los dormitorios y de los pantalones
borrachos y enfermos en el rincón.
La próxima vez llévate mi brazo izquierdo o un billete de 50,
pero no mis poemas.

No soy Shakespeare,
pero puede ser que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros.
Siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
"...veo que he creado muchos poetas pero no mucha poesía"

24/7/15

"Las moscas" de Horacio Quiroga

Al rozar el monte, los hombres tumbaron el año anterior este árbol, cuyo tronco yace en toda su extensión
Desde hace un instante siento un zumbido fijo -el zumbido de la lesión medular- que lo inunda todo, y en el que mi aliento parece defluirse. No puedo ya mover las manos, y apenas uno que otro dedo alcanza a remover la ceniza. Clarísima y capital, adquiero desde este instante mismo la certidumbre de que a ras del suelo mi vida está aguardando la instantaneidad de unos segundos para extinguirse de una vez.
Esta es la verdad. Como ella, jamás se ha presentado a mi mente una más rotunda. Todas las otras flotan, danzan en una como reverberación lejanísima de otro yo, en un pasado que tampoco me pertenece. La única percepción de mi existir, pero flagrante como un gran golpe asestado en silencio, es que de aquí a un instante voy a morir. ¿Pero cuándo? ¿Qué segundos y qué instantes son éstos en que esta exasperada conciencia de vivir todavía dejará paso a un sosegado cadáver?
Nadie se acerca en este rozado: ningún pique de monte lleva hasta él desde propiedad alguna. Para el hombre allí sentado, como para el tronco que lo sostiene, las lluvias se sucederán mojando corteza y ropa, y los soles secarán líquenes y cabellos, hasta que el monte rebrote y unifique árboles y potasa, huesos y cuero de calzado.¡Y nada, nada en la serenidad del ambiente que denuncie y grite tal acontecimiento! Antes bien, a través de los troncos y negros gajos del rozado, desde aquí o allá, sea cual fuere el punto de observación, cualquiera puede contemplar con perfecta nitidez al hombre cuya vida está a punto de detenerse sobre la ceniza, atraída como un péndulo por ingente gravedad: tan pequeño es el lugar que ocupa en el rozado y tan clara su situación: se muere. Esta es la verdad. Mas para la oscura animalidad resistente, para el latir y el alentar amenazados de muerte, ¿qué vale ella ante la bárbara inquietud del instante preciso en que este resistir de la vida y esta tremenda tortura psicológica estallarán como un cohete, dejando por todo residuo un ex hombre con el rostro fijo para siempre adelante?
El zumbido aumenta cada vez más. Ciérnese ahora sobre mis ojos un velo de densa tiniebla en que se destacan rombos verdes. Y en seguida veo la puerta amurallada de un zoco marroquí, por una de cuyas hojas sale a escape una tropilla de potros blancos, mientras por la otra entra corriendo una teoría de hombres decapitados.
Quiero cerrar los ojos, y no lo consigo ya. Veo ahora un cuartito de hospital, donde cuatro médicos amigos se empeñan en convencerme de que no voy a morir. Yo los observo en silencio, y ellos se echan a reír, pues siguen mi pensamiento.
-Entonces -dice uno de aquéllos -no le queda más prueba de convicción que la jaulita de moscas. Yo tengo una.
-¿Moscas?…
-Sí -responde-, moscas verdes de rastreo. Usted no ignora que las moscas verdes olfatean la descomposición de la carne mucho antes de producirse la defunción del sujeto. Vivo aún el paciente, ellas acuden, seguras de su presa. Vuelan sobre ella sin prisa mas sin perderla de vista, pues ya han olido su muerte. Es el medio más eficaz de pronóstico que se conozca. Por eso yo tengo algunas de olfato afinadísimo por la selección, que alquilo a precio módico. Donde ellas entran, presa segura. Puedo colocarlas en el corredor cuando usted quede solo, y abrir la puerta de la jaulita que, dicho sea de paso, es un pequeño ataúd. A usted no le queda más tarea que atisbar el ojo de la cerradura. Si una mosca entra y la oye usted zumbar, esté seguro de que las otras hallarán también el camino hasta usted. Las alquilo a precio módico.
¿Hospital…? Súbitamente el cuartito blanqueado, el botiquín, los médicos y su risa se desvanecen en un zumbido…Y bruscamente, también, se hace en mí la revelación. ¡Las moscas! Son ellas las que zumban. Desde que he caído han acudido sin demora. Amodorradas en el monte por el ámbito de fuego, las moscas han tenido, no sé cómo, conocimiento de una presa segura en la vecindad. Han olido ya la próxima descomposición del hombre sentado, por caracteres inapreciables para nosotros, tal vez en la exhalación a través de la carne de la médula espinal cortada. Han acudido sin demora y revolotean sin prisa, midiendo con los ojos las proporciones del nido que la suerte acaba de deparar a sus huevos.
El médico tenía razón. No puede ser su oficio más lucrativo.
Mas he aquí que esta ansia desesperada de resistir se aplaca y cede el paso a una beata imponderabilidad. No me siento ya un punto fijo en la tierra, arraigado a ella por gravísima tortura. Siento que fluye de mí como la vida misma, la ligereza del vaho ambiente, la luz del sol, la fecundidad de la hora. Libre del espacio y el tiempo, puedo ir aquí, allá, a este árbol, a aquella liana. Puedo ver, lejanísimo ya, como un recuerdo de remoto existir, puedo todavía ver, al pie de un tronco, un muñeco de ojos sin parpadeo, un espantapájaros de mirar vidrioso y piernas rígidas. Del seno de esta expansión, que el sol dilata desmenuzando mi conciencia en un billón de partículas, puedo alzarme y volar, volar…
Y vuelo, y me poso con mis compañeras sobre el tronco caído, a los rayos del sol que prestan su fuego a nuestra obra de renovación vital.
aplastado contra el suelo. Mientras sus compañeros han perdido gran parte de la corteza en el incendio del rozado, aquél conserva la suya casi intacta. Apenas si a todo lo largo una franja carbonizada habla muy claro de la acción del fuego.Esto era el invierno pasado. Han transcurrido cuatro meses. En medio del rozado perdido por la sequía, el árbol tronchado yace siempre en un páramo de cenizas. Sentado contra el tronco, el dorso apoyado en él, me hallo también inmóvil. En algún punto de la espalda tengo la columna vertebral rota. He caído allí mismo, después de tropezar sin suerte contra un raigón. Tal como he caído, permanezco sentado -quebrado, mejor dicho- contra el árbol.

26/6/15

"Del que no se casa" por Roberto Arlt

Yo me hubiera casado. Antes sí, pero ahora no. ¿Quién es el audaz que se casa con las cosas como están hoy? Yo hace ocho años que estoy de novio. No me parece mal, porque uno antes de casarse “debe conocerse” o conocer al otro, mejor dicho, que el conocerse uno no tiene importancia, y conocer al otro, para embromarlo, sí vale. Mi suegra, o mi futura suegra, me mira y gruñe, cada vez que me ve. Y si yo le sonrío me muestra los dientes como un mastín. Cuando está de buen humor lo que hace es negarme el saludo o hacer que no distingue la mano que le extiendo al saludarla, y eso que para ver lo que no le importa tiene una mirada agudísima. A los dos años de estar de novio, tanto “ella” como yo nos acordamos que para casarse se necesita empleo, y si no empleo, cuando menos trabajar con capital propio o ajeno. Empecé a buscar empleo. Puede calcularse un término medio de dos años la busca de empleo. Si tiene suerte, usted se coloca al año y medio, y si anda en la mala, nunca. A todo esto, mi novia y la madre andaban a la greña. Es curioso: una, contra usted, y la otra, a su favor, siempre tiran a lo mismo. Mi novia me decía: -Vos tenés razón, ¿pero cuándo nos casamos, querido? Mi suegra, en cambio: -Usted no tiene razón de protestar, de manera que haga el favor de decirme cuándo se puede casar. Yo, miraba. Es extraordinariamente curiosa la mirada del hombre que está entre una furia amable y otra rabiosa. Se me ocurre que Carlitos Chaplín nació de la conjunción de dos miradas así. El estaría sentado en un banquito, la suegra por un lado lo miraba con fobia, por el otro la novia con pasión, y nació Charles, el de la dolorosa sonrisa torcida.
Le dije a mi suegra (para mí una futura suegra está en su peor fase durante el noviazgo), sonriendo con melancolía y resignación, que cuando consiguiera empleo me casaba y un buen día consigo un puesto, qué puesto…!ciento cincuenta pesos! Casarse con ciento cincuenta pesos significa nada menos que ponerse una soga al cuello. Reconocerán ustedes con justísima razón, aplacé el matrimonio hasta que me ascendieran. Mi novia movió la cabeza aceptando mis razonamientos (cuando son novias, las mujeres pasan por un fenómeno curioso, aceptan todos los razonamientos; cuando se casan el fenómeno se invierte, somos los hombres los que tenemos que aceptar sus razonamientos). Ella aceptó y yo tuve el orgullo de afirmar que mi novia era inteligente.
Me ascendieron a doscientos pesos. Cierto es que doscientos pesos son más que ciento cincuenta, pero el día que me ascendieron descubrí que con un poco de paciencia se podía esperar otro ascenso más, y pasaron dos años. Mi novia puso cara de “piola”, y entonces con gesto digno de un héroe hice cuentas. Cuentas. claras y más largas que las cuentas griegas que, según me han dicho, eran interminables. Le demostré con el lápiz en una mano, el catálogo de los muebles en otra y un presupuesto de Longobardi encima de la mesa, que era imposible todo casorio sin un sueldo mínimo de trescientos pesos, cuando menos, doscientos cincuenta. Casándose con doscientos cincuenta había que invitar con masas podridas a los amigos.
Mi futura suegra escupía veneno. Sus ímpetus llevaban un ritmo mental sumamente curioso, pues oscilaban entre el homicidio compuesto y el asesinato simple. Al mismo tiempo que me sonreía con las mandíbulas, me daba puñaladas con los ojos. Yo la miraba con la tierna mirada de un borracho consuetudinario que espera “morir por su ideal”. Mi novia, pobrecita, inclinaba la cabeza meditando en las broncas intestinas, esas verdaderas batallas de conceptos forajidos que se largan cuando el damnificado se encuentra ausente.
Al final se impuso el criterio del aumento. Mi suegra estuvo una semana en que se moría y no se moría; luego resolvió martirizar a sus prójimos durante un tiempo más y no se murió. Al contrario, parecía veinte años más joven que cuando la conociera. Manifestó deseos de hacer un contrato treintanario por la casa que ocupaba, propósito que me espeluznó. Dijo algo entre dientes que me sonó a esto: “Le llevaré flores”. Me imagino que su antojo de llevarme flores no llegaría hasta la Chacarita. En fin, a todas luces mi futura suegra reveló la intención de vivir hasta el día que me aumentaran el sueldo a mil pesos.
Llegó el otro aumento. Es decir, el aumento de setenta y cinco pesos. Mi suegra me dijo en un tono que se podía conceptuar de irónico si no fuera agresivo y amenazador: -Supongo que no tendrá intención de esperar otro aumento.Y cuando le iba a contestar estalló la revolución. Casarse bajo un régimen revolucionario sería demostrar hasta la evidencia que se está loco. O cuando menos que se tienen alteradas las facultades mentales.
Yo no me caso. Hoy se lo he dicho: -No, señora, no me caso. Esperemos que el gobierno convoque a elecciones y a que resuelva si se reforma la constitución o no. Una vez que el Congreso esté constituido y que todas las instituciones marchen como deben yo no pondré ningún inconveniente al cumplimiento de mis compromisos. Pero hasta tanto el Gobierno Provisional no entregue el poder al Pueblo Soberano, yo tampoco entregaré mi libertad. Además que pueden dejarme cesante.
 
ARLT, ROBERTO, de "Aguafuertes porteñas"

23/6/15

"Razón y fe": Miguel de Unamuno



Levanta de la fe el blanco estandarte
sobre el polvo que cubre la batalla
mientras la ciencia parlotea, y calla
y oye sabiduría y obra el arte.

Hay que vivir y fuerza es esforzarte
a pelear contra la vil canalla
que se anima al restalle de la tralla,
y ¡hay que morir! exclama. Pon tu parte

y la de Dios espera, que abomina
del que cede. Tu ensangrentada huella
por los mortales campos encamina

hacia el fulgor de tu eternal estrella;
hay que ganar la vida que no fina,
con razón, sin razón o contra ella.

20/5/15

El agua, el espejo y la sombra - Carl Gustav Jung


Pintura de Beatriz Seijo (Artista plástica, Galicia, España)  http://www.beatrizseijo.com
El agua es el símbolo mas corriente de lo inconsciente. El lago del valle es lo inconsciente, que en cierto modo está dentro de la conciencia, por lo cual es también designado con frecuencia como lo "subconsciente" (...) El agua es el espíritu del valle, el dragón del agua del tao, cuya naturaleza es similar al agua, un yang integrado en el ying. Psicológicamente agua quiere decir espíritu que se ha vuelto inconsciente (...) El soñador que anhela subir a las claras alturas se enfrenta con la necesidad de sumergirse primero en la oscura profundidad y ese descenso se le revela como una impredecible condición del ascenso. En esta profundidad amenaza el peligro, que el prudente evita aunque con ello pierde el bien, que un atrevimiento valeroso pero imprudente hubiera hecho posible alcanzar.
El testimonio del soñador choca con una intensa resistencia por parte de la conciencia, para la cual "espíritu" es algo existente sólo en las alturas. Aparentemente, el espíritu llega siempre desde lo alto. Para esa concepción espíritu significa libertad suprema, un flotar sobre las profundidades, una liberación de la prisión de lo "ctónico" (lo que viene del inframundo) y por lo tanto un refugio para todos los timoratos que no quieren "llegar a ser" (...) Es cierto que quien mira el espejo del agua, ve ante todo su propia imagen. El que va hacia sí-mismo corre el riesgo de encontrarse consigo mismo. El espejo no favorece, muestra con fidelidad la figura que en él se mira, nos hace ver ese rostro que nunca mostramos al mundo, porque lo cubrimos con la "persona", la máscara del actor. Pero el espejo está detrás de la máscara y muestra el verdadero rostro. Ésa es la primera prueba de coraje en el camino interior; una prueba que basta para asustar a la mayoría, pues el encuentro consigo mismo es una de las cosas más desagradables y el hombre lo evita en tanto puede proyectar todo lo negativo sobre su mundo circundante. Si uno está en situación de ver su propia sombra, soportar el saber que la tiene, se ha cumplido una pequeña parte de la tarea: al menos se ha trascendido lo inconsciente personal. Pero la sombra es parte viviente de la personalidad y quiere entonces vivir de alguna forma. No es posible rechazarla ni esquivarla inofensivamente. Este problema es extraordiariamente grave, pues no sólo pone en juego al hombre todo, sino que también le recuerda al mismo tiempo su desamparo y su impotencia. (...) El encuentro consigo mismo significa en primer término el encuentro con la propia sombra. Es verdad que la sombra es un angosto paso, una puerta estrecha, cuya penosa estrechez nadie que descienda a la fuente profunda puede evitar. Hay que llegar a conocerse a sí mismo para saber quién es uno, pues lo que viene después de la muerte es algo que nadie espera, es una extensión ilimitada llena de inaudita indeterminación, y al parecer no es ni un arriba ni un abajo, ni un aquí ni un allá, ni mío ni tuyo, ni bueno ni malo. Es el mundo del agua, en el que todo lo viviente queda en suspenso, donde comienza el reino de "lo simpático", el alma de todo lo viviente; donde soy inseparablemente esto y aquello; donde yo vivencio en mí al otro y el otro me vivencia como yo. Lo inconsciente colectivo es cualquier cosa antes que un sistema personal encapsulado; es objetividad amplia como el mundo y abierta al mundo. Soy el objeto de todos los sujetos, en una inversión total de mi conciencia habitual, en la que siempre soy un sujeto que tiene objetos. Allí estoy en tal medida incorporado a la más inmediata compenetración universal, que toda facilidad olvidó quién soy en realidad. "Perdido en-sí-mismo" es una buena expresión para caracterizar este estado. Pero este sí-mismo es el mundo; o un mundo, si una conciencia pudiera verlo. Por eso hay que saber quién es uno...

4/5/15

"Puntualidad de los Filósofos" de A.María Shua

El profesor Kant pasa por aquí todos los días exactamente a la misma hora. Usted escuchará este comentario en cada una de las calles del pueblo, con una curiosa coincidencia en las cifras. Se preguntará, entonces, cómo es posible que el profesor Kant pase por lugares tan alejados unos de otros, todos los días a la misma hora. Es que se trata de una hora faldera, domesticada, una hora que se ha encariñado de tal manera con el profesor que cuando Kant sale a dar su paseo, está dispuesta a abandonar la manada salvaje del tiempo para seguirlo por donde quiera que vaya.
 Ana Maria Shua. "Botánica del Caos"

Franz Kafka : "El camino a casa"

¡Hay que ver la fuerza de la convicción que tiene el aire después de la tormenta!
Se me aparecen mis méritos y me dominan, si bien yo no me resisto. Voy marchando, y mi ritmo es el ritmo de este lado de la callejuela, de esta callejuela, de este barrio. Soy plenamente responsable de todos los golpes que se dan contra las puertas, sobre las tablas de las mesas, de todos los brindis, de todos los que hacen el amor en sus camas, de los andamios de los edificios en construcción, apretados contra las paredes en las oscuras callejuelas, en las otomanas de los burdeles.
Comparo mi pasado con mi porvenir, pero los encuentro estupendo a ambos; no puedo dar la primacía a ninguno de los dos, y solamente me resta tachar de injusta a la Providencia que me ha favorecido tanto.
Solamente cuando entro en mi pieza estoy un poco pensativo, pero no porque al subir la escalera haya encontrado algo digno de consideración. No me sirve de mucho que abra completamente la ventana y que en un jardín todavía esté sonando la música.

28/4/15

Poema: "Los perros románticos" de Roberto Bolaño

En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el espacio de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
Y aquí me voy a quedar.
  
Roberto Bolaño nació un dia como hoy 28 de abril, pero de 1953, en Santiago de Chile...

24/4/15

Cuento breve: "El último piso" de Pablo De Santis


El hombre, cansado, sube al ascensor. Es una vieja jaula de hierro. El ascensorista viste un uniforme rojo. Aunque lo ha cuidado tanto como ha podido, se notan los remiendos, la tela gastada, el brillo perdido de los botones.      
- Último piso- indica el pasajero. El ascensorista se había adelantado y ya había hecho arrancar el ascensor.      
- ¿Cómo andan las cosas allá afuera? ¿Llueve? - pregunta el ascensorista.     
El pasajero mira su impermeable, como si ya no le perteneciera del todo.     
- Si, llovió en algún momento del día.      
- Extraño la lluvia.      
- ¿Hace mucho tiempo que trabaja aquí?      
- Desde siempre.      
- ¿No es un trabajo aburrido?      
- No tanto. Hablo con los pasajeros. Me cuentan sus vidas. Es como si viviera un poco yo también.      
- El viaje es corto. No hay tiempo para hablar mucho.      
- Con una frase, o una palabra, a veces basta. Otros se quedan callados, y también eso es suficiente para mí.     
Los dos hombres guardan silencio por algunos segundos. Apenas se oye el zumbido...     
- Déjeme un recuerdo, si no es una impertinencia.      
El hombre busca en los bolsillos. Encuentra un reloj al que se le ha roto la correa de cuero.     
- Gracias. Lo conservaré, aunque no miro nunca la hora.     
El pasajero siente alivio por haberse sacado el reloj de encima.     
-Estamos por llegar- dice el ascensorista-. Ah, le aviso, el timbre no funciona, verá una puerta grande, de bronce. Golpee hasta que le abran.      
El pasajero se aleja de la puerta de reja del ascensor. Ahora no parece tan convencido de querer bajar. El ascensorista reconoce, por el ruido de la máquina, que se acercan al último piso. Se despide:      
- No se desanime si tiene que esperar. Siempre terminan por abrir.      
El ascensor deja atrás las últimas nubes y se detiene.  

20/4/15

"La casa de las Palabras" - Eduardo Galeano

A la casa de las palabras, soñó Helena Villagra, acu-
dían los poetas. Las palabras, guardadas en viejos fras-
cos de cristal, esperaban a los poetas y se les ofrecían,
locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poe-
tas que las miraran, que las olieran, que las tocaran,
que las lamieran. Los poetas abrían los frascos, proba-
ban palabras con el dedo y entonces se relamían o fruncían la nariz.
Los poetas andaban en busca de palabras
que no conocían, y también buscaban palabras 
que conocían y habían perdido.
En la casa de las palabras había una mesa de los co-
lores. En grandes fuentes se ofrecían los colores y cada
poeta se servía del color que le hacía falta: amarillo li-
món o amarillo sol, azul de mar o de humo, rojo lacre,
           rojo sangre, rojo vino...

Homenaje a un grande de las letras latinoamericanas, Eduardo Galeano.
De su obra " El libro de los abrazos"

Cuando Hollywood era Hollywoodland...

Hollywood, año 1923

10/4/15

Leonard Cohen - " 1000 kisses deep" - Recitado subtitulado


"El esposo" - de Norge (Georges Mogin)

Él se casa con una muerta. Ella no se lo había dicho. Se ocultan muchas cosas cuando uno quiere casarse. Ella hace todo lo posible pero se vuelve carroña. Al final, por el olor, él se da cuenta de todo. 
Demasiado tarde, está casado. Entonces, él muere a su vez para arreglar el asunto.




Cuente breve de Norge."Les Cerveaux Brulés". Poeta Belga. 1969.

31/3/15

La Fantasía - por Delmira Agustini

La fantasía, misteriosa hada
A cuyo paso vagoroso, queda,
De perlas astros irisada nácar
Y níveas flores, delicada estela.

Es el astro celeste que nos guía
A la dulce región de la quimera
Por un albo camino que el ensueño
Formó con lirios, azahar y perlas.

Un camino ignorado para el vulgo
Y que sólo conocen los poetas,
Soñar es necesario para verlo
¡Y las almas vulgares nunca sueñan!

Es la maga ideal que nos envuelve
De la ilusión en el rosado velo.
¡La copa de marfil en que apuramos
El néctar delicioso del ensueño!

Es la llave de oro con que abrimos
La mansión ideal de la poesía,
¡Y en la mente agitada del artista
Es un rayo de luz la fantasía!

24/3/15

"Quiero perderme" de César Vallejo

Quiero perderme por falta de caminos. Siento el ansia de perderme definitivamente, no ya en el mundo ni en la moral, sino en la vida y por obra de la vida. Odio las calles y los senderos, que no permiten perderse, La ciudad y el campo son así. No es posible en ellos la pérdida, que no la perdición, de un espíritu. En el campo y en la ciudad, se está demasiado asistido de rutas, flechas y señales, para poder perderse. Uno está allí indefectiblemente limitado, al norte, al sur al este, al oeste. Uno está irremediablemente situado. Al revés de lo que le ocurrió a Wilde, la mañana en que iba a morir en París, a mí me ocurre en la ciudad amanecer siempre rodeado de todo, del peine, de la pastilla de jabón, de todo. Amanezco en el mundo y con el mundo, en mí mismo y conmigo mismo. Llamo e inevitablemente me contestan y se oye mi llamada. Salgo a la calle y hay calle. Me echo a pensar y hay siempre pensamiento. Esto es desesperante.

César Vallejo - Escritor Peruano - "Poemas en Prosa/Contra el secreto profesional",1975

2/3/15

Músicos del Mes: Marzo - Bad Religion


Bad Religion es una banda de punk rock estadounidense fundada en 1979 en el sur de California por Greg Graffin (voz), Jay Bentley (bajo), Jay Ziskrout (batería) y Brett Gurewitz (guitarra). La banda ha contado con diferentes alineaciones a lo largo de sus 35 años de existencia, siendo Graffin el único miembro que ha sido constante; no obstante, la banda cuenta hoy en día con tres de sus miembros originales: Greg Graffin, Brett Gurewitz y Jay Bentley. Se les adjudica comúnmente haber guiado el resurgimiento del punk rock y de haber inspirado bandas pop punk durante los últimos años de la década de 1990, así como también de haber influenciado a lo largo de su trayectoria a un gran número de músicos del punk y del rock.

American Jesus



Infected

18/2/15

"En el insomnio" por Virgilio Piñera

El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarrillo. Lee un poco.Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormir. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que en enseguida tome una taza de tilo y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.

12/2/15

Músicos del Mes - Febrero: Radiohead "All I need"


"El hombre apacible" de Henri Michaux

Extendiendo las manos fuera del lecho, Pluma se sorprendió al no encontrar la pared. "Vaya, pensó, se la habrán comido las hormigas...", y se durmió de nuevo.
Poco después, su mujer lo agarró y lo sacudió: "Mira, dijo, ¡holgazán!, mientras te dedicabas a dormir nos han robado la casa". En efecto, un cielo intacto se extendía por todas partes. "¡Bah!, el mal ya está hecho", pensó.
Poco después. comenzó a oírse un ruido. Era un tren que se le echaba encima a toda velocidad. "Parece tener prisa, pensó, llegará antes que nosotros.", y se durmió de nuevo.
En seguida, el frío lo despertó. Estaba todo empapado en sangre. Varios pedazos de su mujer yacían a su lado. "Con la sangre, pensó, siempre surgen cantidad de cosas desagradables; si ese tren pudiera no haber pasado, yo sería muy feliz. Pero como ya pasó...", y se durmió de nuevo.
"Veamos, decía el juez, cómo explica usted que su mujer se haya herido a tal punto que la han encontrado repartida en ocho pedazos, sin que usted, que estaba a su lado, haya podido hacer un gesto para impedírselo, sin haberse siquiera dado cuenta. Ése es el misterio. Todo el asunto está ahí dentro".
"Por ese camino no puedo ayudarlo", pensó Pluma, y se durmió de nuevo.
"La ejecución tendrá lugar mañana. Acusado, ¿tiene algo que añadir?"
"Excúseme, dijo, no he seguido el asunto". Y se durmió de nuevo.

10/2/15

Quinta poesía vertical - Roberto Juarroz

nro.27

Los rostros que has ido abandonando
se han quedado debajo de tu rostro
y a veces te sobresalen
como si tu piel no alcanzara para todos.

Las manos que has ido abandonando
te abultan a veces en la mano
y te absorben las cosas o las sueltan
como esponjas crecientes.

Las vidas que has ido abandonando
te sobreviven en tu propia sombra
y algún día te asaltarán como una vida,
tal vez para morir una vez sola.

Roberto Juarroz (1925-1995)
Poeta, bibliotecario, crítico y ensayista argentino.

30/1/15

"El Silencio" por Felisberto Hernández

El teatro donde yo daba los conciertos también tenía poca gente y yo había invadido el silencio: yo lo veía agrandarse en la gran tapa negra del piano. Al silencio le gustaba escuchar música; oía hasta la última resonancia y después se quedaba pensando en lo que había escuchado. Sus opiniones tardaban. Pero cuando el silencio ya era de confianza, intervenía en la música; pasaba entre los sonidos como un gato con su gran cola negra y los dejaba llenos de intenciones.

Cuento de "Nadie encendía las lámparas"
Felisberto Hernández. Fue pianista, compositor y escritor uruguayo. Su obra se basa en la literatura fantástica y fue especialista en narrativa breve. Cortázar y García Márquez se cuentan entre sus admiradores. Para Julio Cortázar, es rechazable la mera etiqueta de 'fantástica' para su obra y alguna vez dijo: "nadie como él para disolverla en un increíble enriquecimiento de la realidad total que no sólo contiene lo verificable sino que lo apuntala en el lomo del misterio"

29/1/15

Los "American" paisajes de Grant Wood


Grant DeVolson Wood (Anamosa, Iowa, 13 de febrero de 1891 – Iowa City, 12 de febrero de 1942) fue un pintor estadounidense. Se le conoce sobre todo por sus pinturas representando el Medio Oeste rural estadounidense. Se le considera uno de los pintores de la Escuela Ashcan, que a través de Arshile Gorky llevó al Expresionismo abstracto posterior a la Segunda Guerra Mundia

25/1/15

Foto histórica: Los modelos del "American Gothic"


American Gothic (Gótico estadounidense) es un cuadro de Grant Wood de 1930. El cuadro ilustra a un granjero sujetando una horca (tridente) y a una joven mujer, enfrente de una casa de estilo gótico rural. Es una de las imágenes más conocidas del arte estadounidense del siglo XX y se ha convertido en un icono en la cultura popular siendo una de las imágenes del mundo moderno más reconocidas y parodiadas. Wood quería representar los roles tradicionales del hombre y la mujer, ya que el hombre sujeta un rastrillo simbolizando el trabajo duro. Wood tomó cómo modelos para el cuadro a su hermana Nan (1900-1990) y a su dentista el Dr. Byron McKeeby (1867-1950) de Cedar Rapids (Iowa).

14/1/15

"Actuación" cuento breve de Milorad Paviç

Me he aprendido de memoria la vida de mi madre, y como si fuera un 
papel teatral, cada mañana, durante una hora, represento la vida de mi madre delante de los espejos. Esto sucede cada día desde hace años. Lo hago vestida con los trajes de mi madre, con su abanico y peinada como ella, porque he trenzado los cabellos en forma de gorro de lana.
Actúo también delante de los demás, hasta en la cama de mi amante. En los momentos de pasión no existo, no soy yo sino ella. Porque entonces actúo tan bien que mi pasión desaparece, y queda sólo la suya. En otras palabras, me ha robado de antemano todos los contactos amorosos. Pero no se lo reprocho, porque sé que ella también había sido despojada de la misma manera por su madre. Si alguien me pregunta ahora a qué se tanto actuar, responderé: trato de darme a luz una vez más, pero de una manera mejor... 

Paviç, Milorad. Diccionario jázaro. Novela léxico.1989.

6/1/15

Músicos del mes de Enero: Perotá Chingó - "Rie Chinito"


"Diálogos" de Alejandra Pizarnik

- Ésa de negro que sonríe desde la pequeña ventana del tranvía se asemeja a Madame Lamort -dijo.
- No es posible, pues en París no hay tranvías. Además, esa de negro del tranvía en nada se asemeja a Madame Lamort.
Todo lo contrario: es Madame Lamort quien se asemeja a ésa de negro. Resumiendo: no sólo no hay tranvías en París, sino que nunca en mi vida he visto a Madame Lamort, ni siquiera en retrato.
- Usted coincide conmigo -dijo- porque tampoco yo conozco a Madame Lamort.
-¿Quién es usted? Deberíamos presentarnos-.
-Madame Lamort -dijo- ¿Y usted?
- Madame Lamort.
- Su nombre no deja de recordarme algo -dijo.
- Trate de recordar antes de que llegue el tranvía.
- Pero si acaba de decir que no hay tranvías en París -dijo.
- No los había cuando lo dije pero nunca se sabe qué va a pasar.
- Entonces esperémoslo puesto que estamos esperándolo -dijo.-

Alejandra Pizarnik 
Escritora, poeta argentina (1936-1972)
"Textos de sombra y últimos poemas", 1982.

1/1/15

La frase del año 2015: Alekséi Nikoláyevich Tolstói (1883-1945)

Alekséi Nikoláyevich Tolstói (1883-1945), fue un escritor ruso soviético autor de escritos de muchos géneros pero especializado en la ciencia ficción y novelas históricas. De familia noble, nació en Nikoláievsk en 1883. Cursó la escuela secundaria en Samara y los estudios superiores en el Instituto Tecnológico de San Petersburgo, pero al terminar la carrera se dedicó a la literatura. En un principio cultivó la poesía de tendencia simbolista (Lírica, 1907). Posteriormente se apartó de ella (Los ríos azules, 1912). Destacó, no obstante, como prosista, sobre todo con sus relatos del ciclo La Región del Volga (1910-1911), para los cuales tomó como modelos literarios a Iván Turguénev, a Lev Tolstói y a Gógol. Entre 1914 y 1916 fue corresponsal de guerra. Luego dedicóse a la comedia (La fuerza demoníaca, Oscurantistas, 1917). Hostil a la revolución de Octubre, en 1918 emigró, pero en 1923 rectificó su posición, volviendo a su país. Escribió la Infancia de Nikita, novela autobiográfica; la trilogía Peregrinación por los caminos del dolor (1920-1941); novelas de ciencia-ficción, como Aelita y El hiperboloide del ingeniero Garin; relatos sobre el paso de la guerra a la vida civil (a este tipo pertenece La víbora); el drama Iván el Terrible, y su gran novela histórica (cuya tercera parte quedó sin terminar) Pedro I, en la que estuvo trabajando dieciséis años, de 1919 a 1935. Académico desde 1939, fue laureado con diversos e importantes premios y figura entre los mejores prosistas rusos del siglo XX.