de acróbatas sin nombre
en la ciudad de odios y olvidos.
Nunca sabré cuál es el destino del hombre:
¿Correr detrás del poder para jamás alcanzarlo?
¿Ser uno mismo y encontrarse aislado en los cálidos e inútiles refugios?.
Salvarse de la indiferencia de un mundo ajeno.
Retornar para creer en algún Dios eterno que pueda salvarnos
de la tempestad que hemos creado.
Dejaré atrás la memoria y los recuerdos.
¿Podré sumergirme en un futuro enlatado?
¿Cuánto cuesta mi pensamiento...y Ser uno mismo?
Salvarse de la indiferencia de un mundo ajeno y morir con gloria.
Retornar para volver a verla; sentir como su faz se escapa de mis ojos
y lastimarse más de lo lastimado.
Caeré otra vez en la sutil trampa.
¿ Soñar con su amor fue necesario?
¿ Será esa necesidad la que oprime el alma?
Salvarse de la indiferencia de un mundo ajeno y morir con gloria en la trampa de lo
siniestro del amor.
Retornar para ver como me he desvanecido; y aún sale el tibio sol
para iluminar millones de sombras.
Podré captar mis latidos desde lejos.
¿ Será que me siento mejor al alejarme de las cosas que fueron mías?
¿ Me sentiré peor por no reconquistarlas?
Salvarse de la indiferencia de un mundo ajeno y morir con gloria en la trampa de lo
siniestro del amor olvidado y perdido.
Ya no vuelvo. Será preciso blanquear la mente oscurecida de desengaños
y tristezas profundas que hecho de mí lo que soy.
Cerraré mis ojos para ver el horizonte claro.
¿Volveré a encontrarte en el camino?
¿Quizás en otro regreso?.
Salvarse de la indiferencia de un mundo ajeno y morir con gloria en la trampa de lo siniestro del amor olvidado y perdido...
Quizás.
A decir de Amado Nervo:
Vuelvo, pálida novia, que solías
mi retorno esperar tan de mañana,
con la misma canción que preferías
y la misma ternura de otros días
y el mismo amor de siempre, a tu ventana.
Y elijo para verte, en delicada
complicidad con la naturaleza,
una tarde como esta, desmayada
en un lecho de lilas e impregnada
de cierta aristocrática tristeza.
Vuelvo a ti con mis dedos enlazados
en actitud de súplica y anhelo,
como siempre, y mis labios, no cansados
de alabarte ¡y mis ojos obstinados
en ver los tuyos a través del cielo!
Recíbeme tranquila, sin encono,
mostrando el dejo suave de una hermana;
murmura un apacible: «Te perdono»,
y déjame dormir con abandono
en tu noble regazo hasta mañana.
mi retorno esperar tan de mañana,
con la misma canción que preferías
y la misma ternura de otros días
y el mismo amor de siempre, a tu ventana.
Y elijo para verte, en delicada
complicidad con la naturaleza,
una tarde como esta, desmayada
en un lecho de lilas e impregnada
de cierta aristocrática tristeza.
Vuelvo a ti con mis dedos enlazados
en actitud de súplica y anhelo,
como siempre, y mis labios, no cansados
de alabarte ¡y mis ojos obstinados
en ver los tuyos a través del cielo!
Recíbeme tranquila, sin encono,
mostrando el dejo suave de una hermana;
murmura un apacible: «Te perdono»,
y déjame dormir con abandono
en tu noble regazo hasta mañana.
A. Nervo - Poema "El retorno" de Los jardines Interiores