"Siempre he preferido la belleza a la verdad. La verdad se me antoja un imposible. No le creo.
Nunca le he creído del todo a ninguna verdad. No sé. Ni siquiera he podido creer completamente en las verdades más mías. En las íntimas,en las propias. Por suerte, para mí, la literatura no se hace con verdades. Como cualquier otro arte, la literatura es una discusión infinita. Y el hipotético día en que se termine con esa eterna discusión, ese mismo hipotético día también habrá terminado la literatura. Aunque es cierto que hay normas, leyes que se agolpan en los alrededores de los papeles en blanco. Pero, claro, resulta prácticamente imposible llenar esos papeles en blanco con literatura si respetamos puntualmente todas y cada una de las leyes. Lo literario nace de lo ilegitimo, de lo insoportable. No se lleva bien con las verdades o, en el mejor de los casos, anda buscando de manera casi desesperada alguna verdad novedosa. Y si bien las verdades propias ayudan a escribir, nunca son para siempre, nunca son del todo verdades, quiero decir. Apenas si pueden serlo por un rato, justo hasta el preciso momento en que pierden alguna batalla insignificante frente a otra verdad cualquiera que se nos presenta en el camino de la escritura".
Fragmento de "Papá" de Federico Jeanmaire