Un perro andaluz (1929) está considerada la película más significativa y el "nacimiento oficial" del cine surrealista. Transgrediendo los esquemas narrativos canónicos, la película pretende provocar un impacto moral en el espectador a través de la agresividad de la imagen. Remite constantemente al delirio y al sueño, tanto en las imágenes producidas como en el uso de un tiempo no cronológico de las secuencias.
La concepción de su guión fue un laborioso proceso en el que los dos amigos trabajaron con los subconcientes conectados en gran armonía, aprovechando muchas de las ideas de la Residencia de Estudiantes. Sería un tanto simplista afirmar que el film retrata los conflictos personales de cualquiera de los presuntos implicados (Dalí, Buñuel o Federico García Lorca, quien creía que el perro andaluz era él). Lo que muestra es el cortejo de fantasmas de la adolescencia al enfrentarse con el sexo y la muerte, ese nódo de complicidades emanadas de la convivencia juvenil.